martes, 17 de junio de 2014

Las plantas, nuestras compañeras de lucha.

Hoy me gustaría dedicarle una entrada a aquellas plantas que salen sin que hayamos sembrado absolutamente nada. Semillitas que deciden nacer, sin previos cuidados, en los lugares menos esperados. Plantas salvajes que deciden venir al mundo a demostrarnos que no es difícil crecer por nuestra propia cuenta, que con nuestra propia fuerza interior podemos llegar hasta donde queramos. Son esas plantas que te sacan una sonrisa, que te hacen preguntarte una y mil veces cómo y por qué crecen así, sin esperar nada a cambio, para luego alimentarte. Son plantitas que te enseñan que nada es tan malo como para dejarte vencer. Hay otras que incluso van más allá y salen en cualquier época. Todos le dicen y hasta su misma esencia le dice que no puede salir ahora, que afuera hace mucho frío, que no va a soportar. No les importa, salen igual, cueste lo que cueste, y aún si no era su tiempo y aguantaron un mes nomás, tampoco se arrepienten. Todas las plantas son nuestras compañeras de lucha, cada una de ellas viene a dejarnos algo, a enseñarnos, a inspirarnos y a llenarnos de amor. Porque las plantas son dios.

Pude sacarle fotos a alguna de las plantas que nacieron solas antes de que se le acabe la batería al celu de mi viejo (no tengo cámara y menos celular así que le uso el celular a mi papá para las fotos, pero la batería no sirve y cada dos segundos hay que cargarla otra vez). No pude sacarle foto a un tomate que salió literalmente de entremedio de dos piedras, pero sí pude sacarle a otras bellezas que son iguales de luchadoras que ese tomate y que todas las plantas del planeta!

Lenteja:


Resulta que durante un periodo de TODA MI VIDA le tuve un profundo asco a las lentejas. Un día mi hermano hizo un guiso, yo estaba preparada para comer un poco y no comer más, el tema es que me iba a obligar a mí misma a comer aunque sea un poquito porque, bueno, no como animales y la lenteja es una excelente fuente de hierro (cuando se combina con alimentos ricos en vitamina C). Me terminé comiendo un plato y medio. Ahí me di cuenta de que no existe alimento feo, sino alimento mal sazonado. Hace un mes más o menos que vengo comiendo dos días a la semana guiso de lentejas y mi energía aumentó un montón. Me hice amiga de la lenteja y hace una semana noté que había salido una plantita en mi huerta. No entiendo cómo sucedió, pero bueno, así es la naturaleza :)

Brócoli:

Es un espectáculo. Es re chiquitita la planta, quiso nacer y desarrollarse al lado del galpón, tiene mini brócolis que al ser tan chiquitos decidimos dejarlos que florezcan para extraer las semillas. 


Papa:


Debo admitir que mi vida sin la papa no sería lo mismo. Si no como papa durante el día, a la noche siento que me falta algo, y no es una exageración. Cuando mi hermano no convivía conmigo, solía cenar muy seguido una bandeja llena de papas al horno con orégano y pimentón. La papa es rica, me sacia el hambre, y es liviana. Es versátil y es rica al horno, frita, hervida, en cubitos, en rodajas, en palitos, en puré. En fin, larga vida a la papa y a esta planta preciosa también.


Quinoa silvestre:


Son preciosas. Tanto las hojas como los granos se comen, son silvestres, están en veredas, la gente las pisa, se las lleva por delante y no tiene ni idea de que esta planta podría salvarlos del hambre. Es lo que quisieron lograr en nosotros, y lo lograron: preferir lo artificial antes que lo natural. Estoy convencida de que algo que tenemos que redescubrir en nosotros es la capacidad de alimentarnos con lo que hay. Sabiendo qué plantas silvestres nos pueden salvar la vida, llenar la panza, curarnos enfermedades, hacernos sentir mejor... ¡¡¡gratis!!! La naturaleza nos provee de absolutamente todo lo que necesitamos.
De esta planta extraemos algunas hojitas, las picamos y las ponemos arriba de nuestras pizzas, en ensaladas, recomiendo comerlas crudas así se aprovechan mejor los nutrientes. Cuando la planta llega a su máximo crecimiento empieza a largar los ramilletes llenos de granos de quinoa, y según una amiga se cosechan cuando ya están medio marroncitos. Yo todavía no coseché quinoa silvestre porque siempre que encontraba plantas, las encontraba en veredas y la polución de los autos lamentablemente juega mucho en contra en esos casos, pero ahora que salieron en mi patio voy a cosechar quinoa cuando sea el momento. La quinoa es buenísima, hay que lavarla primero porque tiene como un jaboncito que larga espuma, luego se usa cocida en sopas, en hamburguesas, en milanesas, en ensaladas, en tartas... En lo que se te ocurra. 

¿Ven? no hace falta gastar miles de horas en una super huerta, ya de por sí cuando enterramos la basura orgánica en la tierra salen plantas de calabaza, de papa, hasta de tomates, así es como la Tierra nos recompensa por simplemente un poquitito de atención que le damos. Nos quiere ver felices y nos da absolutamente todo para que lo seamos, nos da la vida, oxígeno, agua, paisajes, árboles que se dejan abrazar y nos abrazan también, plantas que te dan charla y te enseñan sobre lo simple y bello de la existencia, animales que nos dan su amor, otros que nos inspiran coraje y fuerza, montañas que nos dejan sin palabras... El Sol durante el día, la Luna y las estrellas por la noche. Es bellísimo este planeta, y día a día nos vamos a ir ayudando entre todos a comenzar a ser hijos de la Tierra.

Un abrazo lleno de luz, hasta la próxima ♥

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